Con gusto les escribo este relato sobre un amigo migrante al que tuve la oportunidad de conocer aquí en el albergue.
Jordi*[1] llegó al albergue gracias a que una persona que se presentó de
manera anónima, lo encontró en las vías y decidió pagar el taxi y traerlo al Albergue, nos explicó que lo
encontró herido en las vías. Alguien que vivió la solidaridad, la hospitalidad
y el compromiso, de manera anónima y servicial.
Jordi,
sufrió un accidente en un momento de distracción en el tren; su pie se atoró “en la muela” del tren, unión entre vagones, le alcanzó a aplastar la punta del pie izquierdo;
las heridas en cada dedo fueron muy aparatosas a la vista, aunque gracias a Dios
no afectaron tanto su salud. Le cortó sin amputar, todos los dedos
del pie izquierdo y requería atención médica inmediata. Del Albergue lo
trasladamos al Hospital Regional, en dónde lo atendieron con prontitud. Regresó
después de algunas horas, sin poder apoyar el pie para caminar.
La
realidad del albergue no nos permite dar más de una noche de estancia a los
migrantes, sin embargo en este caso decidimos apoyar a Jordi y darle el tiempo
necesario para una óptima recuperación. Nos encargamos de llevar diariamente a
Jordi al hospital para que le hicieran la curación, cuidando mucho los riesgos
de infección; cuando no nos fue posible le hacíamos la curación aquí mismo en
el Albergue, dos o tres veces al día.
Su
presencia entre nosotros me dejó huella, Jordi era muy optimista y positivo, a
pesar de lo que le sucedió, a pesar de
no poder salir y no saber cuándo podría continuar su camino, su deseo más
grande era seguir su sueño, avanzar, lograr su objetivo hacia el norte.
No se
quejaba, aceptaba las molestias y dolores de la curación, aceptaba el
aburrimiento y no poder hacer todo solo. Muchas veces nos ayudó a mantener un
cierto orden con los compañeros en el Albergue y cuando pudo apoyar el pie
empezó a ayudar a hacer limpieza, a calmar a los compañeros y organizar las
comidas. Procuró aprender a hacer su propia curación, a conocer la medicina que
mejoraba su cicatrización y era muy agradecido.
Se
convirtió en un buen amigo del equipo, una persona más que pasa por el
Albergue pero que nos deja la huella de una historia única y su gran deseo de
hacer algo mejor en su vida; había sido deportado dos veces anteriormente y
seguía buscando medios para mejorar su situación y la de su familia, para salir
adelante y ofrecer un mejor futuro a sus hijos.
Presencias
como la de Jordi, animan nuestro servicio en el Albergue, es una sola historia,
pero como la de él son muchas más que se mezclan cada día con nuestras
historias personales y nos interpelan. ¿Cómo vivo yo las dificultades que se me
presentan? ¿Soy optimista y positivo? ¿Cómo colaboro con otros anónimamente con
solidaridad, hospitalidad y compromiso?
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