domingo, 9 de marzo de 2014

UNA HISTORIA MAS QUE TOCA NUESTRA PUERTA

Con gusto les escribo este relato sobre un amigo migrante al que tuve la oportunidad de conocer aquí en el albergue.

Jordi*[1]  llegó al albergue gracias  a que una persona que se presentó de manera anónima, lo encontró en las vías y decidió pagar el taxi y  traerlo al Albergue, nos explicó que lo encontró herido en las vías. Alguien que vivió la solidaridad, la hospitalidad y el compromiso, de manera anónima y servicial.

Jordi, sufrió un accidente en un momento de distracción en el tren;  su pie se atoró “en la muela” del tren,  unión entre vagones,  le alcanzó a aplastar la punta del pie izquierdo; las heridas  en cada dedo fueron muy  aparatosas a la vista, aunque gracias a Dios no afectaron tanto su salud.  Le cortó sin amputar, todos los dedos del pie izquierdo y requería atención médica inmediata. Del Albergue lo trasladamos al Hospital Regional, en dónde lo atendieron con prontitud. Regresó después de algunas horas, sin poder apoyar el pie para caminar.

La realidad del albergue no nos permite dar más de una noche de estancia a los migrantes, sin embargo en este caso decidimos apoyar a Jordi y darle el tiempo necesario para una óptima recuperación. Nos encargamos de llevar diariamente a Jordi al hospital para que le hicieran la curación, cuidando mucho los riesgos de infección; cuando no nos fue posible le hacíamos la curación aquí mismo en el Albergue, dos o tres veces al día.

Su presencia entre nosotros me dejó huella, Jordi era muy optimista y positivo, a pesar de lo que le sucedió,  a pesar de no poder salir y no saber cuándo podría continuar su camino, su deseo más grande era seguir su sueño, avanzar, lograr su objetivo hacia el norte.
No se quejaba, aceptaba las molestias y dolores de la curación, aceptaba el aburrimiento y no poder hacer todo solo. Muchas veces nos ayudó a mantener un cierto orden con los compañeros en el Albergue y cuando pudo apoyar el pie empezó a ayudar a hacer limpieza, a calmar a los compañeros y organizar las comidas. Procuró aprender a hacer su propia curación, a conocer la medicina que mejoraba su cicatrización y era muy agradecido.

Se convirtió en un  buen amigo del  equipo, una persona más que pasa por el Albergue pero que nos deja la huella de una historia única y su gran deseo de hacer algo mejor en su vida;  había  sido deportado dos veces anteriormente y seguía buscando medios para mejorar su situación y la de su familia, para salir adelante y ofrecer un mejor futuro a sus hijos. 

Presencias como la de Jordi, animan nuestro servicio en el Albergue, es una sola historia, pero como la de él son muchas más que se mezclan cada día con nuestras historias personales y nos interpelan. ¿Cómo vivo yo las dificultades que se me presentan? ¿Soy optimista y positivo? ¿Cómo colaboro con otros anónimamente con solidaridad, hospitalidad y compromiso?




[1] *Nombre cambiado para proteger su identidad.

Alfonso Pedroza

voluntario del albergue 2014

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