Desde hace varios años, Centroamérica se ha consolidado como una
región expulsora de migrantes debido a las constantes crisis económicas y
sociales que imperan, así como a la nula capacidad de los Estados de procurar
condiciones de vida digna para sus ciudadanos. Esto significa que, incluso
antes de salir de sus comunidades de origen, quienes se convierten en migrantes
son, de por sí, víctimas de graves violaciones a sus derechos humanos.
La condición de vulnerabilidad por la falta de garantías de
derechos humanos en el país de origen se agrava durante el tránsito por México
debido a dos factores. El primero de ellos es la invisibilidad o clandestinidad
en la que la personas migrantes se ven obligadas a transitar: el enfoque de
control de la política migratoria impide que quienes necesitan cruzar México lo
puedan hacer de forma documentada, lo cual los obliga a viajar de manera
irregular por los caminos más peligrosos del país. El segundo factor es el
contexto de violencia actual del país, que ha permitido que se cometan con impunidad
graves violaciones a derechos humanos en contra de esta población, sin que ni
siquiera la denuncia pública y ante instancias internacionales haya hecho nada
para detener los abusos. Esta situación ha traído como consecuencia que el
secuestro a personas migrantes se perpetúe como una práctica generalizada a lo
largo de toda la ruta migratoria.
Desde el año 2008, varias Casas del Migrante comenzaron a registrar
y documentar los testimonios de las personas migrantes sobrevivientes de
secuestro. Lo que en un principio parecía ser esporádico y circunstancial, pronto
se convirtió en una verdadera crisis humanitaria que cuestiona de raíz no sólo
la política migratoria, sino también toda la estrategia gubernamental que pone a
la seguridad nacional por encima de la seguridad ciudadana y humana. Los
secuestros a personas migrantes han lastimado la dignidad e integridad de miles
de víctimas, de sus familias y de sus comunidades, trayendo consecuencias que
perdurarán incluso en las generaciones futuras. Sin embargo, la esperanza que las
víctimas han encontrado muchas veces se sustenta en verbalizar la experiencia.
Relatar lo sucedido sirvió para crear empatía y fortalecer la
dignidad humana, pero también para cimentar la base de la procuración de la
justicia, cuyo camino, a pesar de no parecer cierto en este momento, deberá ser
encontrado.
Mostrar la crudeza de estas historias constituye, sin duda, una
responsabilidad moral e histórica para aquellos que acompañamos cotidianamente
a estas voces. Muchos de los testimonios que se presentan son verdaderos actos
de barbarie, que resultarán duros y crueles para quienes los lean; sin embargo,
son necesarios si de relatar la verdad se trata y, sobre todo, si se quiere
escuchar la voz de las y los protagonistas......
Tomado de:
Cuaderno sobre secuestro de migrantes. Cuaderno coeditado por el Centro de Derechos
Dimensión, contexto y testimonios de la
experiencia Humanos Miguel Agustín Pro Juárez, A.C.
de la migración en tránsito por México.
y la Casa del
Migrante de Saltillo
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